Este libro parece publicado en 1947 cuando los humos de la Segunda Guerra Mundial todavía no se habían disipado. Su punto de partida es el convencimiento de que "somos incapaces de describir lo Bueno, lo Absoluto, pero sí podemos, en cambio, caracterizar aquello que nos hace padecer, que necesita ser transformado y que debería unir a todos los que se empeñan por conseguirlo en un esfuerzo comunitario y de solidaridad".
La crítica de la razón tecnológica, el peligro de las derivaciones de la nueva física atómica, la pérdida de autonomía de la ciencia ante el poder político, la implantación del "poder desnudo" con un uso instrumental de la ciencia, hicieron desembocar esta autocrítica de la ciencia del siglo XX en la necesidad de una nueva manera de pensar en la época de las armas atómicas. La confianza en la pura razón científica se ha roto definitivamente.
Los principales representantes de la Escuela de Frankfurt, presuponen que lo que se está viviendo es una crisis de la ciencia, y como la ciencia es la expresión por antonomasia de la razón en nuestra época, por implicación, se trata de una crisis de la razón. En esto Horkheimer y Adorno son herederos de la llamada "cultura de la crisis" que dominó en la Alemania de los años 20, uno de cuyos principios fue la afirmación de la "crisis de la ciencia" y el desprecio por la lógica formal. Esta herencia aparece en la crítica que hacen de la ciencia y de la tecnología en relación con la razón instrumental.
El interés preferente de Adorno y Horkheimer era la crítica sociocultural (o mejor: la crítica de algunas subculturas particularmente significativas de nuestra época de "cultura de masas").
Habían propugnado un filosofar contrario a la vez a toda metafísica idealista y a todo cientificismo, que se concretaba en el estudio de las mediaciones psíquicas entre estructura social y carácter, entre posición socioeconómica y carácter. Desde los años veinte hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial los exponentes de la Escuela de Frankfurt compartieron tres experiencias que han marcado su reflexión: el proceso de burocratización en la Unión Soviética, la consolidación de los regímenes fascistas en Alemania e Italia y la potencia integradora del capitalismo en la "sociedad de consumo".
La tesis central de la Dialéctica de la Ilustración es: la Ilustración, que pretendía ser crítica-racional (autocuestionadora), que es el punto principal del proceso de formación cultural con el que se identifica la modernización occidental, se ha convertido en una nueva mitología que refuerza aquello mismo con lo que quería acabar. En el eclipse de la razón, y a través de la crítica de la razón instrumental, lo que se impone es establecer un nexo entre el pensar filosófico y la oscura perspectiva que presenta el futuro real.
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