Aunque el trabajo de Congreso raras veces ha encontrado el eco masivo, su perseverancia y la solidez de su sonido le han permitido sobrevivir durante más de tres décadas, enfrentando la falta de espacios tras la llegada de los militares, la permanente deserción de integrantes y la escasa difusión para su compleja fórmula musical.
Con una serie de recesos en su historia, Congreso ha escrito
su nombre en la historia de la música popular chilena, con una fundamental
fusión que, pese a todo, se mantiene vigente y saludable, gozando de un enorme
respeto en la comunidad musical. Por su formación han pasado varios de los más
destacados instrumentistas del país.
Las raíces de Congreso están en 1964, año en el que
comenzaron a trabajar sobre el núcleo de los tres hermanos González, de
Quilpué: Patricio, Sergio y Fernando; junto al bajista Fernando Hurtado. Ellos
formaron un grupo de rock escolar que se llamó Los Stereos; luego Los Shadows
y, finalmente, Los Masters. Durante ese período se dedicaron a hacer covers
instrumentales para canciones de rock en inglés. En forma paralela a Los
Jaivas, comenzaron hacia 1969 a experimentar con instrumentos autóctonos de
origen étnico. Con la incorporación de Francisco Sazo, proveniente de la banda
beat Los Sicodélicos, el nuevo conjunto completó su formación. Desde entonces
se llaman Congreso.
En 1971 editaron El congreso, su primer álbum, que incluyó
un tema basado en el poema de Neruda “Maestranzas de la noche”, según una
fórmula que los llevó a presentarse en el Festival de la Nueva Canción Chilena
ese mismo año (en el Teatro Municipal de Santiago). Los hermanos González
resolvieron entonces ingresar a estudiar en el Instituto de Música de la
Universidad Católica, lo cual entrampó su trabajo grupal, aunque sin
interrumpir sus presentaciones en vivo.
El golpe militar de 1973 truncó el proceso de grabación de
su segundo disco, Terra incógnita, lanzado recién dos años más tarde y con una
difusión escasa, dado el cierre de espacios culturales. La banda no bajó sus
brazos, y se convirtió en una de las pocas agrupaciones que continuó trabajando
en Chile durante los primeros años de la dictadura.
Música de fusión y letras casi crípticas fueron sus códigos
para sobrevivir a la rigurosa vigilancia estatal: "Cuatro jinetes negros /
pasan volando / Van levantando noche / niebla y espanto", dicen en la
"Cueca del apocalipsis" (fragmento del tema "Arcoiris de
hollín"), incluido en el álbum Congreso (1977, también conocido además
como "el disco café") y en una clara alusión a la Junta Militar. Dos
años después grabaron La misa de los Andes, que no alcanzó gran difusión y
antecedió el primer desperdigamiento del grupo, cuando tres integrantes, entre
ellos el vocalista y letrista Francisco Sazo, se mudaron al extranjero.
Los tres hermanos González tardaron más de un año en rearmar
el grupo. Trabajando como músicos de apoyo de orquestas televisivas y sidemen
del pianista argentino Raúl di Blasio, conocieron al joven brasilero-chileno
Joe Vasconcellos, cuyos intereses latinoamericanistas y su formación musical
pensaron que le darían un nuevo aire al proyecto. Junto a él completaron la
nueva formación de Congreso.
A la banda ya se había intregrado hacía poco el bajista
Ernesto Holman, quien no sólo era un viejo conocido de Tilo González de sus
épocas universitarias en el puerto, sino que además se habría de convertir en
uno de los hombres más representativos del nuevo sonido de fusión del grupo.
Vasconcellos asumió entonces como letrista, y con ese esquema Congreso publicó
Viaje por la cresta del mundo (1981), uno de sus más sólidos trabajos, y que
además alcanzó reconocimiento público, gracias a la inclusión del clásico
"Hijo del sol luminoso".
Moviéndose entre los escenarios del Canto Nuevo, espacios
rockeros que se abrían en esos años y circuitos universitarios, Congreso
consolidó en ese nuevo contexto su nombre como una banda fundamental de la
escena chilena. Con su disco, Ha llegado carta (1983) deambularon por muchos
escenarios, y fueron contratados por CBS-Argentina para registrar una nueva
producción.
La salida de Vasconcellos llevó al grupo a centrar su
repertorio en temas instrumentales, con los que dieron vida a Pájaros de
arcilla (1984). Fue un disco que apenas circuló a este lado de la cordillera, y
que los alejó del público local, generando una nueva crisis que se zanjó poco
después con la reincorporación de Sazo (para entonces, doctor en Filosofía,
luego de años de estudio en Bélgica) y la publicación de otro disco que se
convirtió en un referente obligatorio del nuevo Congreso: Estoy que me muero
(1986). Además, el baterista Sergio Tilo González, líder de la banda, había
reclutado a dos jóvenes músicos de Fulano (el tecladista Jaime Vivanco y el
bajista eléctrico Jorge Campos), dándole un tercer impulso a la banda. Con
formación renovada, Congreso recorrió Chile durante 1987.
Fruto de esa gira salió el cassette doble Congreso en vivo,
que se distinguió por su acento en ritmos bailables, canciones luminosas y una
colorida puesta en escena, con los que la banda cosechó toda la fama
desparramada en veinte años de historia. El tema "Calypso intenso, casi
azul" fue el emblema de la nueva etapa, cuyo desarrollo y popularidad
coincidió con el plebiscito de 1988 que definió la salida de Augusto Pinochet
de La Moneda, y el retorno de la democracia a Chile.
En ese camino editaron Para los arqueólogos del futuro
(1989), uno de los discos de más ágil ritmo en su historia, y en el que
cantaron sobre libertad racial, ironizaron, jugaron, y desplegaron todos sus
recursos instrumentales. Según Sazo, el álbum "apunta a la capacidad de
olvido de los latinoamericanos. El olvido para con los muertos, especialmente
con los del último tiempo". Temas como "Para la libertad" o
"El trapecista" alcanzaron alta rotación radial, y el disco fue el
primero del grupo en alcanzar la categoría "de oro" (por 15 mil
copias vendidas). Congreso conservó la fórmula en el disco siguiente, Aire puro
(1990); pero el eco masivo fue, esa vez, más moderado.
Dos discos conceptuales, de escasa comprensión masiva pero
alto desarrollo musical fueron sus siguientes trabajos, ambos editados en 1992.
Pichanga era una obra desarrollada sobre la base de poemas de Nicanor Parra
acerca de los derechos del niño, y Los fuegos del hielo se compuso para un
ballet moderno. Cada uno de estos trabajos resultó complejo para el gran
público, ratificando la escasa vocación comercial de Congreso. Si bien el grupo
se alejó de rankings y listas de ventas, mantuvo cerca a un público de alta
fidelidad.
Para más info: http://grupo-congreso.blogspot.com/
4 comentarios:
Gracias por el aporte!! Tremendo grupo Congreso y Pancho Sazo un genio!
Muchas gracias, excelente aporte!!
se pasaron, hace bastante tenia ganas de rescatar esta musica hermosa, musica de infancia y de recuerdos. gracias <3
Compañero, revisé algunas cosas de tu blog y veo que muchos enlaces ya no existen. Las razones son obvias... pero quería proponerte un cambio de archivos. Tengo mucha música que creo podría interesarte. Muchas discografías completas y en excelente calidad. Si te interesa, te dejo el enlace de mi facebook:
https://www.facebook.com/andres.ibanezcarrillo.3
PD: si no te interesa, porfa, borra este mensaje.
¡Saludos!
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